Vivimos constantemente pendientes del viento y de sus consecuencias. Günter D. Roth lo definió como la compensación entre la diferencia de presión atmosférica entre dos puntos. Los cambios bruscos de su dirección y el aumento de la fuerza con la que éste sopla son el origen de muchos problemas.

Es muy importante conocer al detalle las previsiones meteorológicas sin olvidar que éstas pueden quedar casi anuladas cuando llegan cambios que rompen los esquemas. En el mes de enero la estación de Panticosa, en Aragón, tuvo que ser cerrada y centenares de personas quedaron aisladas en la montaña cuando practicaban el deporte del esquí. Las previsiones con las que contaban en la estación para esa jornada no incluían el cambio súbito en la dirección del viento y su brusca intensificación. Es importantísimo considerar el que en situaciones marcadas por la inestabilidad atmosférica, con bajas presiones y masa de aire frío en capas medias y altas, el panorama meteorológico puede quedar muy desajustado. En este caso el viento y su dirección fueron protagonistas y causantes de una mala experiencia para  todos los que quedaron aislados allí.

En esta semana y la anterior cualquiera diría que nos hemos cambiado de latitud en la Tierra y estemos en pleno Caribe. En la información del tiempo no hemos dejado de hablar de rachas de viento huracanadas, en especial de aquél que viene del norte, la Tramontana en Cataluña y al norte del archipiélago balear. En puntos de la provincia de Girona han llegado a alcanzar los más de 120 km/h. Al norte de la isla de Mallorca y de Menorca tampoco se han quedado cortos y han superado con creces los 100 km/h. También en el sudeste peninsular el viento ha soplado con fuerza. El lunes 11 de febrero los anemómetros se volvieron locos registrando rachas de hasta 140 km/h, en Láujar de Andarax (Almería).

Huracán Betsy en Miami (Florida) en 1965

Huracán Betsy en Miami (Florida) en 1965

La fuerza del viento, además de obligarnos a tomar precauciones debido al peligro inherente que conlleva, influye de una manera determinante en la sensación térmica que tenemos. Cuando las rachas de viento son significativas nuestro cuerpo percibe valores de temperaturas muy distintos a los que marcan los termómetros. No exageramos, “los del tiempo”, cuando decimos que se ha adueñado de la península un frío invernal. En situaciones como las vividas esta semana en Santander, valores de entre 9 y 10 ºC y viento rondando los 60 km/h, la sensación que han tenido sus habitantes ha sido de entre ¡2 y 3 grados bajo cero!

Todo lo que sucede en estas situaciones tiene su explicación en la entrada de viento muy encauzado. La distribución de presiones en superficie con el Anticiclón de las Azores al oeste y las borrascas en el sur de Francia consolidan  “la posición perfecta”. Con estos ingredientes el flujo de viento entre  isobaras muy próximas entre sí coge velocidad y alcanza rachas huracanadas.

Las buenas noticias, tras el episodio de vientos huracanados, ya han llegado. En las últimas jornadas hemos podido disfrutar de una situación en calma en la mayor parte del país. El Anticiclón de las Azores ha cogido el mando y además hemos podido disfrutar de un panorama casi primaveral debido al registro de temperaturas más suaves.

No podemos bajar la guardia porque los  modelos de predicción no nos  conceden mucho tiempo de tregua y ya predicen la llegada de cambios por el oeste.

 

La imagen superior corresponde al archivo: State Archives of Florida, Florida Memory (http://floridamemory.com/items/show/4125)