Todos nos acordamos de nuestros abuelos cuando les hemos oído decir más de una vez: “Cómo me duelen las piernas, va a cambiar el tiempo”, “se nota que viene lluvia, me empieza a doler la cabeza”. No estaban equivocados porque la meteorología y el tiempo están plenamente relacionados, podríamos decir que son primos hermanos.

Variables como la temperatura, la humedad, la fuerza del viento, la presión atmosférica, y sin ser meteorológicas pero muy relacionadas con ellas, la contaminación química o el contenido polínico del ambiente, actúan en un momento determinado sobre nuestro organismo y provocan que nos afecte todo lo que pasa en la atmósfera.

La temperatura es la variable más estudiada por ser sin duda la más importante en cuanto a los efectos causados. Basta recordar la intensa ola de calor en el año 2003 que se cobró la vida de más de 90.000 personas. Las consecuencias de las altas temperaturas unidas a la duración de las mismas han causado estragos y siguen haciéndolo en verano todos los años. Se repiten los calambres por el calor, la caída de tensión arterial, el agotamiento y el conocido como golpe de calor que puede llegar a desembocar en la muerte. Todos los años por estas fechas insistimos en recordar que los niños y los ancianos son los grupos de mayor riesgo en estas situaciones. El evitar las horas centrales del día e insistir en beber mucha agua, es algo que no dejamos de repetir en los medios todos los que nos dedicamos a la previsión del tiempos durante estos episodios de calor.

En el otro extremo está el frío, que también se encarga de mantenernos en alerta, con síntomas como los escalofríos, tensión baja e incluso problemas respiratorios como la apnea.

Hasta aquí hemos hablado de factores y sensaciones que más o menos todos conocemos, pero iremos más allá. La presión atmosférica y su influencia desencadenan una serie de enfermedades respiratorias y también circulatorias, que pueden llegar a degenerar en nombres tan peligrosos como es el infarto de miocardio.

Con tanta consecuencia tan negativa de la meteorología extrema, no hay ninguna duda de  que endulza leer la noticia del descenso de mortalidad en muchos países con la llegada de las lluvias. Basta con verlo tan solo una vez para no olvidar esas caras de felicidad en la India ante la llegada de las lluvias monzónicas.

Ahora nos falta abordar un factor muy importante en el tiempo y los efectos de éste en la salud: la fuerza del viento. Está demostrado que los vientos fríos del norte  tienen un efecto en la dinámica respiratoria así como en el sistema circulatorio. También se ha comprobado que estos vientos se suelen asociar con el dolor sufren las personas con trastornos reumáticos. En contraste, los vientos cálidos del sur tienen relación con algo muy distinto como es la esfera psíquica. Tradicionalmente estos vientos provocan trastornos emocionales, en general desembocan en más irritabilidad y en el caso de muchas personas les conducen a la depresión.

A más de uno, con problemas respiratorios, le ha sorprendido algo tan común como una tormenta. El pensamiento de que debido a los fuertes vientos asociados a este fenómeno les puede conducir a un brote de asma, les provoca un alto estado de nerviosismo.

Después de este pequeño repaso que hemos hecho, nadie debería dudar ya que el tiempo nos afecta y somos víctimas de los cambios y desórdenes de la atmósfera. Como comenzaba diciendo al principio, no se equivocaban nuestros mayores cuando nos aseguraban que venían lluvias y desde ahora evitaremos culpar siempre al estrés de nuestros genios y cambios de humor bruscos.