Siempre me he sentido muy atraída por el mundo de la aviación. Considero que es un campo apasionante y que muchos desconocen cuáles son las competencias que conciernen al desarrollo de un vuelo, de los recursos que disponen los pilotos para navegar en la atmósfera y hacer frente a cualquier fenómeno atmosférico que se encuentren en ruta.

Con este artículo pretendo dar a conocer y transmitir brevemente cómo es el mundo aeronáutico, visto desde la superficie, visto desde la aeronave.

Son muchas las tareas que atañen a las operaciones de vuelo, pero sobre todo la máxima responsabilidad recae en las dos personas que están a los mandos del avión, es decir, el comandante de la aeronave y de su segundo piloto o copiloto.

Últimamente resulta un tópico escuchar que el avión realiza todas las maniobras de forma automática, y que los técnicos están de adorno. Me gustaría decir algo acerca de esto:

La atmósfera, masa gaseosa que envuelve a la Tierra, es una mezcla de gases con un comportamiento muy dinámico y cambiante, que puede complicar el pilotaje de la aeronave. Aquí es donde los conocimientos, la experiencia y la habilidad de las tripulaciones técnicas, son vitales para afrontar cualquier perturbación atmosférica que se encuentren en ruta.

Cuando el panorama presenta una atmósfera estable con muy buena visibilidad, es normal que los técnicos activen el piloto automático, especialmente en vuelos de larga distancia, situación donde no es necesario el manejo manual del avión.

En los escenarios donde la atmósfera presenta dificultades, se hace especial uso de los recursos de los que un avión moderno dispone, estos son:

  • Radar meteorológico de abordo, que permite la continua vigilancia y localización de las precipitaciones y magnitud de las mismas.
  • Detector de cizalladura y turbulencia, que avisa de los cambios bruscos en la dirección e intensidad del viento

Además, los pilotos estudian y analizan las condiciones meteorológicas en ruta antes de realizar el vuelo mediante:

  • Los mapas de tiempo significativo de ruta, donde aparece información detallada de las perturbaciones a evitar.
  • Los mapas meteorológicos de baja y alta cota.
  • El campo de vientos a distintas altitudes.
  • Metar y Taf, que informan de las condiciones atmosféricas en el aeropuerto de destino, además de otros aeródromos alternativos.
  • Cualquier mensaje de aviso meteorológico SIGMET, de última hora que reciben los pilotos en tiempo real vía satélite ante cualquier fenómeno significativo inminente.

Espero que esta aclaración sirva para cambiar la mentalidad de muchos y recalcar que el avión nunca vuela solo y menos en situaciones de atmósfera inestable.

Además de lo anterior, son otras las circunstancias que suscitan en mí el entusiasmo por la navegación aérea, como son las maniobras de despegue, cuando se aplica potencia a los motores, se alcanza la velocidad adecuada al peso correspondiente y el avión se va al aire rumbo a su destino, enfrentándose a los CBs (grandes nubes de desarrollo vertical), la TAC (turbulencia en aire claro), a volar en la corriente en chorro o a evitar todo esto.

Mediante este escrito, espero haber trasmitido mi admiración por el sector aeronáutico y haber mostrado, aunque sea de manera breve, cómo es la aviación y el triángulo que forman atmósfera, piloto y avión.

En los siguientes artículos seguiré narrando cómo se desarrolla el mundo aeronáutico desde dentro, quizás desconocido para muchos.